jueves, 19 de junio de 2014

Tripular la tormenta perfecta


La Vanguardia es un periódico de lo más gracioso y divertido. Dicen por ahí que su estilo, de tan educado, elegante y conciliador,  lo convierte en aburrido. Algo así como si fuese un periódico suizo. Se equivocan. No aciertan a leerlo bien. La Vanguardia, como cualquier otro periódico impreso de hoy día, hay que leerlo  con  sentido del humor, descreimiento absoluto y distancia irónica. Porque imagino que todo el mundo tiene claro que cualquier información que aparece en las principales cabeceras nacionales es bendecida, propiciada o controlada  por La Caixa, el Banco de Santander, el BBVA o el grupo Planeta,  los cuatro grandes propietarios actuales de la información en España.
Cuando digo que son los dueños no es una fórmula retórica para dar a entender el poder de influencia que ostentan y ejercen. Cuando digo que son los dueños significa, literalmente, que son los amos, los titulares, los poseedores adquirientes y por tanto quienes dictan los contenidos y la línea editorial a seguir. Es decir, que incluso imaginando que nadie comprase un solo periódico clásico, saldrían todos y cada uno de los días de la semana a la calle, imponiendo certezas empanadas, una narración de los sucesos y de los acontecimientos interesada. Y como los medios impresos se realimentan y se relacionan incestuosamente con cadenas de radios y televisiones que forman parte del mismo conglomerado mediático de intereses, el resultado es una vida paralela, falsa, premeditada que en definitiva es la que cuenta a la hora de caminar a través de la Historia, la que impulsa y propicia la toma de decisiones.
Por eso, cuando cae en mis manos algún ejemplar, me preparo  a pasar un buen rato, a sonreír, o a veces a reír. Si tengo tiempo, me divierto jugando  a comparar la realidad que acontece a diario  con los cuentos chinos que imprimen en centenares de miles de ejemplares   La Vanguardia, El País, El Periódico, La Razón, el ABC  y el Mundo. A una media de 200.000 ejemplares diarios por cabecera, España se desayuna todos los días con más de un millón de periódicos que falsean la verdad, y que utilizan el presente como materia prima para manipular la opinión de las personas con fines espurios, particulares, que  habitualmente tienen que ver con el poder, las influencias, el dinero y las vanidades de  media docena de tipejos quienes, aun poseyendo lo que cualquiera de nosotros  no  podrá conseguir ni en 50 vidas,  son insaciables y quieren cada día más.
Los buenos amigos asiduos a este blog saben que los viernes me doy un premio y  tras la última jornada laboral de la semana, bebo como un plebeyo y como igual que un señor en un masía próxima a casa. A menudo hay que esperar turno, por lo que los clientes nos entretenemos echando un vistazo a los periódicos que el restaurante ofrece  sobre al mostrador. La pasada semana me decidí por  “Ara” (en castellano "Ahora"), un periódico catalán nacido hace cuatro años de clara tendencia independentista aparentemente de izquierdas. Hojeé y leí los titulares y algún artículo en diagonal. Después de maldecir una vez más porque no había acertado ni un solo número de  la combinación ganadora del gordo de La Primitiva, reparé en un faldón publicitario que recomendaba una película y me di cuenta que había pasado prácticamente todas y cada una de las páginas del diario sin ver apenas publicidad. Por eso me entretuve en contar los anuncios: una página entera, media página y un faldón  institucionales del Ayuntamiento de Barcelona; un cuarto de página que anunciaba una obra de teatro y otro faldón intentado convencer a los lectores de que se inscribiesen a Gol TV. Esa era toda la carga publicitaria en un diario que habitualmente imprime entre 50 y 60 páginas a todo color cada día.
Me pregunté cual era el secreto de la subsistencia de “Ara” porque, cada  amanecer saca a la calle cerca de 30.000 ejemplares.  Una de las causas podría ser la subvención de más de 500.000 euros que le ha otorgado  la Generalitat de Catalunya. Aunque  creo que con esa cantidad, por abultada y pública que sea,  no tienen ni para pagar al que hace los crucigramas.
Los dueños de “Ara” son la familia Rodés, magnates de la publicidad en España, propietarios de la agencia Havas (quienes querían hacerse con la gestión publicitaria de TV3 en beneficio del grupo Godó, dueño de 8TV, la competencia de TV3: el zorro en el corral)  y Artur Carulla, miembro de una de las diez familias más ricas de España y dueño a su vez de Agrolimen, el grupo empresarial que factura anualmente cerca de 2.000 millones de euros y que cuenta entre sus intereses con Gallina Blanca o  Pans & Company. Agrolimen  fue en su momento propietario de empresas tan heterogéneas como Dodot, Ausonia, Tampax o la compañía de bajo coste Clickair.  Los Carulla han sido investigados por Hacienda por un fraude millonario, pero el juez encargado de  instruir el caso, José Miguel Porras, ha archivado repetidamente la causa, a pesar de que la Agencia Tributaria  ha presentado  pruebas más que irrefutables del fraude. 
Que nadie me diga que no es para partirse de la risa. Un diario de izquierdas cuyos propietarios son los tipos más recalcitrantemente capitalistas, con una plantilla de más 7.000 empleados repartidos en más de 20 centros de producción y los dueños de la publicidad en España, pero que, curiosamente, para el diario de su propiedad son incapaces de insertar más que cuatro anuncios en la edición de un viernes, ni siquiera un "cueces o enriqueces".
De todos modos, a pesar de que “Ara” es un caso de lo más divertido, la Vanguardia se lleva la palma, el premio del jurado, de la crítica y del público. Es conocido y notorio que La Vanguardia , junto con ABC y La Razón, es uno de los diarios de tradición monárquica de España. No en vano, sus fundadores son los Condes de Godó, quienes de cara a la galería mantienen la apariencia de la propiedad, aunque la auténtica propietaria sea  La Caixa, que como todo el mundo sabe, empleó en su fundación a  la infame Infanta Cristina y mantiene cordiales  y estrechas relaciones con los Borbones.
Pues bien, La Vanguardia  fue uno de los diarios, junto con El Periódico de Catalunya (también propiedad de La Caixa), que caldearon el ambiente con titulares, opiniones y editoriales contrarias a su tradicional borbonismo,  equidistancia y conservadurismo, jaleando y animando  durante semanas y meses en sus páginas a  participar en  la masiva manifestación por la independencia que se celebró en Barcelona el 11 de septiembre de 2012. Tan independentista  fue este diario que  incluso editó un DVD documental para dar fe  del acontecimiento,  con una mítica portada en la que se veía un niño supuestamente catalán, porque era  rubio, rubio cual vikingo de valkiria, con una senyera en la mano. 



La portada de La Vanguardia del día después, del día  12 de septiembre de 2012 titulaba a toda página: “Catalunya dice basta”. Meses antes, coincidiendo con el fervor independentista de los Condes de Godó,  un miembro de la familia real era interrogado en un juzgado por primera vez en la historia y al mismo tiempo  estallaba la escandalosa estafa de las preferentes de La Caixa.  Es decir, se había desatado una tormenta perfecta que había que tripular; o como dice un buen amigo mío, muscha tela pa un traje.

Pero llega un momento en que  la tempestad amaina y una vez que  todo se recoloca  en su lugar, José Antich, inopinado publicista  del soberanismo catalán,  es destituido como director de este periódico por indicaciones de Su Majestad.

Una prueba fehaciente de que , por fin, ya todo está atadito y bien atadito, de que poco a poco todo vuelve a la normalidad, es la portada de hoy jueves dia 19 de junio de 2014. El titular de La Vanguardia dice: "De rey a rey". En la fotografía que ilustra la gloriosa coronación se ve a Juan Carlos y a Felipe dándose una especie de besito gnomo pero sin llegar a tocarse las narices: no ha pasado ni año y medio desde aquel histórico 11 de septiembre de 2012 en el que Catalunya decía ¡basta! . ¿Es o no es divertido leer la prensa en España?

10 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Pues no lo sé, desde hace unos cuantos años sólo leo las páginas de cultura de los diarios, más que nada por ver si hay alguna novedad, de modo que no te podría decir, pero, teniendo en cuenta que por ejemplo Mediapro, La Sexta y Público están (o estaban, que ya no lo sé, ni me importa) participadas por el comunista más rico de Europa, Jaume Roures, todo podría ser.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Las páginas culturales de estos diario estan igualmente controladas por grupos editoriales afines o que forman parte del mismo conglomerado empresarial. El ejemplo más claro lo tienes en Babelia, de El Pais, cuyo consejero delegado ha asegurado recientemente que dará la cobertura pertinente y necesaria a los libros Mondadori después que Random House haya comprado Alfaguara.

Público inicialmente era, efectivamente, un proyecto de Roures, igual que La Sexta. Se decía que Roures jugaba a baloncesto en La Moncloa con Zapatero. De ahí a que fuese comunista hay un trecho. De todos modos, es un diraio extinto en papel. Como sabes, sigue en internet. Es, junto con el Diario.es y algun otro, los únicos que se pueden leer. Hoy día, si se quiere estar informado y no persuadido, la información hay que leerla en internet. Hay alguna excepción en papel, como La Marea. Los medios convencionales impresos (también su versión en la red) mienten todos, desde la portada hasta hasta la contraportada. A veces pienso que, paradoójicamente, la única verdad que aparece publicada en ellos es la publicidad

¡Salud!

ESTER dijo...

No leo el periódico. Vaya, los Rodés propietarios del ARA. Muy callado se lo tenía el Bep ( ah!, deben ser otros...)

Besos, Ester

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Haces muy bien. Hay otras diversiones más edificantes
A Bep vamos a tener que hacerle una auditoría como dios manda ;)
Besos

Belén dijo...

Inefable. Y sí, yo hace tiempo que SIENTO que los faldones publicitarios es la "única" verdad (manda güevos, que diría el otro!)

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Así es Belén. La verdad de la publicidad es más cierta que la información que nos venden porque somos conscientes de su función y de sus objetivos.
Besos

Lansky dijo...

Disiento un poquito, si me dejas; o matizo, si prefieres. La prensa dado en manos de los que está, hace mucho que no tiene por misión informar ni formar, sino influir. Influir, lógicamente, a favor de sus verdaderos propietarios. Por tanto la prensa escrita no es de fiar mayoritariamente. Ahora bien, te puedes fiar más de la información (Un niño en Vallecas dice haber sido abducido por marcianos) que la opinión (Tribuna explicando por qué la monarquía es esencial para la democracia o por qué el mercado, al que está feo llamarlo capitalismo, es esencial para la felicidad de las gentes (si no lo crees lee a Vargas Losa y sus homilías en El País). Creo, al revés que tus comentaristas, que es conveniente leer la prensa; en clave de humor como dices hacer tú, o en simple clave crítica, pero leerlos, porque la mentira que practican no es la del niño de Vallecas y los marcianos (la de los tabloides de por aquí, donde ando ahora), sino mucho más hábil e insidiosa: la de las medias verdades, y yo les leo, porque no soy omnisciente y me gusta intentar enterarme de la mitad que es inevitablemente verdad, y reírme o cabrearme con la otra mitad que es mentira. Perdón por al longitud, pero sabes que tienes plácet para hacerme lo mismo a mí. Salud y república.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Bueno Lansky, no estoy de acuerdo. En la prensa clásica,al menos en España, ya no hay distinción entre información y opinión. Las portadas que ilustran esta entrada son un ejemplo muy ilustrativo. Hay mas opinión en cualquier noticia de actualidad que en una columna. Las portadas de ElMundo sobre el 11M son otro ejemplo.El ditor de un diario, por elhecho de discriminar entre una u otra niticia ya está ejerciendo opinión.
No se trata de medias verdades: se trata de manipular la opinión pública con objetivos espurios. Esto es más viejo que la palabra. Ciudadano Kane es una extraordinaria película que ilustra muy bien lo que digo. Vinceç Navarro llama a los medios de comunicación "medios de persuasión", y yo estoy muy de acuerdo con ese giro definitorio. Te aseguro que de que de no haber sido por la campaña de La Vangurardia y El Periódico, la mani del 11S de 2012 no hubiese pasado de testimomnial, como cualquier otro año, pero amigo, La Caixa y la casa real, dos instituciones inseparables, tenían que camuflar mucha mierda y desviar la atención, y esta vez no valía culaquier cosa porque el crimen era muy pero que muy gordo y notorio...
Ayer vi la portada de El Periódico sobre la coronación y es para troncharse. Voy a ponerla ahora mismo junto a la que publicó el 12 de febrero de 2012. Es un no parar de reír

¡Salu!

Carlos dijo...

Es evidente que William Randolph Hearst sentó las bases de la manipulación mediática con intereses político-económicos. Aquí han tardado un poco en darse cuenta de lo eficaz que es este sistema pero parece imparable (vamos que ni el mismo Orwell podría imaginar hasta donde podían llegar sus predicciones).
Desde luego hacer el juego a dos bandas es lo que se lleva (ni contigo ni sin ti, ni esto ni lo otro sino todo lo contrario..) para despistar a los incautos; y si no, poseer dos medios diametralmente opuestos y mojarse a dos bandas para despistar(ejemplo Planeta con La sexta y A3/ La razón).
Un abrazo.
P.D. Desde luego, la lectura de La Vanguardia (periódico semigratuito subvencionado por todos)es, cada día más, un ejercicio de resolución de crucigramas, sopa de letras...

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Carlos, nunca como ahora, ni si quiera en tiempos del Chaparro, había habido tal nivel de manipulación de la realidad. Entonces era censura y camuflaje de la realidad. Ahora es manipulación insidiosa, interesada, propiciada por la mafia financiera. Los ciudadadanos deberíamos boicotear estas cabeceras, no comprar estos periódicos, ni leerlos, ni comentarlos, ni siquiera por internet. Forman parte del problema. No son cómplices de la situación, son coautores. SILENCIO LECTOR. ¡Y que espabilen!

¡Salud!