martes, 12 de octubre de 2010

Anatomía Forense (I. Introducción)

Cuanto más se esconde alguien mejor revela quién es. La principal función del disfraz o del camuflaje es escamotear la identidad de quien los viste, aunque dicen más de ellos (de aquellos que se esconden) que la propia verdad mostrada a sus semejantes sin complementos, la cual, habitualmente y a su vez, es sofisticado ardid, trampa o camelo, una suplantación reflexiva, pura apariencia racional con la que se nos muestran presencias reales, vidas de carne y hueso, que se mueven, respiran, hablan y piensan en un espacio, durante un tiempo, por lo general limitado. No hablo de la filosofía de la existencia. Hablo de anatomía humana, de fisiología de la verdad; de lo que de cierto hay en los rostros y en los cuerpos con los que nos relacionamos; o por el contrario, de aquello que de falso y aparente, hipócrita y bisutero hay en el respirar y expirar de las vidas que vemos discurrir mostrando y ostentando una especie de contrato colectivo , a través del cual, con nuestra firma y la certeza recíproca de todos, creemos y creen, y damos por cierto todo lo que vemos a la luz y oímos al viento.

Si no se me ha entendido, lo conveniente será explicarme mejor. Yo nací un 24 de Marzo de 1809 en la madrileña Cuesta de Ramón. Desde entonces hasta ahora he tenido la oportunidad de vivir tres vidas y durante estos 200 años de eternidad jamás he mostrado mi rostro a nadie. No me ha sido demasiado difícil. Se trata, sencillamente, de ser quien soy según el contrato social que todos respetamos solidariamente y que nos obliga a no ver más allá del color de nuestra piel, de no oír más allá del timbre de nuestra voz, y claro, de acurrucar el corazón y el alma en el cobijo más oscuro, a salvo de miradas y aspavientos. De manera que creo estar en condiciones de afirmar que de mí sabe más mi criado de lo que jamás supo la simple Pepita, que mis pobres hijas, o incluso que mi editor, siempre tan soberbio y tan seguro de la eficacia de su psicología tabernaria. (Dolores supo de mí, me vio desnudo, vivo, casi radiografiado, y sin embargo se empeñó en vestirme con el mismo disfraz que todos lucían.).

Así es que, después de la mortaja decidí que ya no tenía sentido respetar contrato alguno y aunque arrastro como penitencia impuesta por los dioses la impertinencia de mi criado igual que roca encadenada a un anillo, puedo asegurar sin petulancia, ni vanidad, ni valentía legionaria, que ejercito a diario la verdad a través de la máscara de mi sombra. De modo que no me queda más remedio que asumir lo inevitable y confesar que toda esta andadura a través del páramo de los hombres no ha sido más que estiércol volcado en mármol, tiempo derrochado, una eternidad desperdiciada, la existencia malograda de una caricatura de mí mismo dibujada sobre el cielo del Parnaso en contra de mi voluntad, a costa de una historia que a nadie debería importar, por la que llevo pagada sufrimientos del alma, sed de amor, ausencias tormentosas, nostalgias insomnes, méritos inmerecidos y el peso de una época vacía, de talento impostado, y de arte oportuno, cuando ahora, como entonces, no hay más que monstruos al acecho.

Y por eso es por lo que me voy a practicar la autopsia. Me tumbaré en al altar forense bajo el frío de la luz reveladora y, cada cierto tiempo -días, noches, apenas instantes separados por suspiros- se irán desmenuzando sobre el pergamino pedazos de mi anatomía, que no de mi verdad, pues es con ésta con la que convivo desde que mi placenta fue arrojada a los escombros.

Vuelvo mañana
La fotografía corresponde a la escultura de Miquel Barceló titulada "Pinocho Muerto"

24 comentarios:

Anónimo dijo...

La máscara y los juegos de disfraces y espejos son tan fascinantes como peligrosos. Recuerda sino a Oscar Wilde. Su verdad no estaba en el mil veces reeditado Dorian, sino en la Balada de Reading. Allí es donde descubrimos la verdad del poeta, allí es donde descubrimos el engaño vendido de la sociedad.

"And all men kill the thing they love,
By all let this be heard,
Some do it with a bitter look,
Some with a flattering word,
The coward does it with a kiss,
The brave man with a sword."
O.W.

Salud, MJ!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

No conocía el poema Ataulfa, y tiene miga. Mucha miga. La naturaleza autodestructiva, el empeño en empozañarlo todo. Tanto da cómo se haga, tanto da que lo haga un valiente a cara descubierta. Finalmente se destruye lo que de bueno hay entre nosotros. Esa es una de las lecciones que todavía no hemos aprendido.

De todos modos, Ataulfa, sigo pensando que el disfraz más peligroso, el que más miente y con el que mejor nos escondemos o traicionamos es nuestra real apariencia.

¡salud!

Anónimo dijo...

Tú lo has dicho, la apariencia (la máscara). ¿Qué ocurriría si todos luciéramos tal y como somos? ¿Pensarías como Hobbes?

¡Salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

He tenido que buscar qué pensaba Hobbes sobre la apariencia. Ataula, me haces trabajar mucho :)

Parece ser que Hobbes en "Leviatan" dejó escrito que los pensamientos son una representación, o apariencia de la cualidad de un objeto exterior a nosotros. Dicho objeto actúa sobre los ojos,oídos y otras partes del cuerpo humano, y por su diversidad de actuación produce diversidad de apariencias. O sea, que no hay ninguna concepción en el intelecto humano que antes no haya sido recibida por los sentidos...

No sé, Ataulfa, si pensaría como él, o se lo discutiría. Creo que no estoy preparado para reflexionar y llegar a conclusiones más menos claras de una manera tan profunda y metódica.

¡salud amiga! y gracias por la aportación

Anónimo dijo...

Pues hablando de apariencias creo que tu no eres el de la foto con sombrero que sale en tu blog.L.

Anónimo dijo...

¿La cabeza de Pinocho, simboliza la muerte de la imaginación? ¿A cuántos niños les habrán recortado las alas de la fantasía al reproche de “niña, niño, no mientas” cuando han fabulado una historia que les lleva a vivir un ratito en un mundo mejor? Por otro lado conozco a personas que sin ocultar el rostro disponen de máscaras invisibles con las que ocultan sus verdaderas intenciones. Por otro lado leo en el periódico que el Papa ha decidido iniciar un proceso de reevangelización (a través del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización) para combatir, usando la tecnología más moderna, la secularización, la indiferencia ante la fe y el ateísmo. ¡Salud Hablador! Sigue dando guerra, algo nos quedará. Glòria.

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Querido Hablador:
Como siempre que hablas desde las entrañas (o visceralmente) te ha salido una entrada prodigiosa, que invita a un comentario más generoso del que el tiempo me permite.
Porque me demoraría en la evocación de la palabra "acurrucar", glosándola, y hasta en una meditación melancólica (¡ay, estos puñeteros románticos con los que estoy conviviendo exhaustivamente!) sobre la sinrazón de ciertos vacíos o desplazamientos en nuestra lengua.
Pero... lo sustancial de tu texto es el disfraz, la máscara. E instalada en tu reflexión... me pregunto cómo/porqué ha podido pervertirse algo tan natural, ingenuo, espontáneo, desinteresado como es el disfraz, la máscara?
Los románticos fueron los primeros que reivindicaron al niño. Y en ellos, el disfraz y la máscara es puro juego y alegría (repleto, a menudo, de creatividad y fantasía. Hay mucha literatura sobre el tema pero... a lo que vamos. Primero llegaron las tiendas especializadas, donde se vendían los disfraces confeccionados. No se necesitaba imaginar ni pensar. Luego vinieron los asesores de imagen, depredadores que quisieron lucrase aún más porque "individualizaban" (que no personificaban" el invento.
Gran entrada, repito. Que da mucho juego!
¡Ánimo!
¡Ah! y sobre tu retrato, ya enseguida voy a reproducir en mi Blog algunas mixtificaciones.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

L, te equivocas. El de la foto soy yo, o segun Hobbes, mi apariencia.
Soy tan vanidoso que me tengo que reconocer en imagen de una u otra manera. A partir de esta entrada, por cierto, van a ir apareciendo partes de mi cuerpo, de mi disfraz en el mundo mortal
¡Salud L!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Gloria
No sé lo que Barceló quiso expresar con esta obra pero cuando la vi expuesta en Barcelona (todavía está en Caix Forum) me pareció una idea sublime. La calavera de un ser de ficción tan próximo a la infancia y sin embargo representando la muerte. Creo que en ese estado Pinocho dice su única verdad. Así es como yo leo esa escultura. O Pinocho convertido en Hamlet. O la permanencia de la mentira sobre la muerte...

De cualquier modo, escogí esa obra para ilustrar la introducción a una serie de entradas en las que tú tienes buena parte de culpa, porque me diste la idea en tu último comentario de la entrada anterior a ésta. Así es que, Gloria, muchísimas gracias.

¡Salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ana
Qué bueno lo de la reinvindicación de la niñez por los románticos, y del disfraz como juego, porque, claro, en la fantasía infantil, en sus ansias por imaginar, y ser otro,otra cosa, radica su verdad, su ilusión, su ambición. Y efectivamente, los asesores de imagen son los mejores sastres de disfraces, (malos disfraces), que existen hoy día. Pero lo curioso es que aunque todos vemos la goma que sujeta la máscara, no hacemos nada por desvelarlos, o les damos un tiempo y una confianza que no merecen, a conciencia, sabedores de que somo engañados.

Lo que quiero con esta serie de entradas es mostrar mi disfraz, aunque ya son tres años tejiéndolo y diciendo la verdad. Mostrándome a través de la sombra

Muchas gracias por los ánimos Ana
¡Salud!
PD: Acurrucar es una palabra que siempre he oído en casa. A mi también me parece hermosa, porque me lleva a la infancia. Es una palabra invernal.

Anónimo dijo...

Igual no te lo quería hacer complicado, MJ. Básicamente me refería a que si mostrásemos nuestra verdadera esencia y no nuestra apariencia ¿real?, ¿el hombre sería/es un lobo para el hombre?

¡Salud!

Anónimo dijo...

Ya estoy deseando verte los ojos.,sin gafas de sol,ten cuidado porque a través de los ojos te veremos el alma.L.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ataulfa
Siempre pensé que éramos buenos por naturaleza, pero en estos últimos años (debe ser la edad y las hostias) me inclino a pensar que cuando lo somos es porque nos han educado para ello, como método de supervivencia de la especie y que, por tanto, nuestra esencia es lobezna, bajo la apariencia de ovejas.

¡salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

L
Verá quien pueda y sepa ver más allá de la foto
¡salud!

Carlos dijo...

A mi me gusta tu impostura desde la que describes el mundo. Solamente puedes mostrar tu disfraz, porque las palabras pueden esconder la verdad. Los rostros son los únicos capaces de no esconder nada porque el lenguaje corporal no es controlable, pero las palabras...
Soberbia entrada Hablador. Un abrazo.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Carlos.
Es muy interante lo que dices, y por eso voy a discutírtelo un poco. Es verdad que toda ficción realizada con las palabras es impostura por definición. Pero creo que estamos de acuerdo si decimos que a través de la ficción, a menudo, podemos reflejar y entender mejor la realidad que mostrando o explicando las cosas desde la no ficción, y si mme apuras, desde la ciencia o des del periodismo. Por eso un rostro si miente ( a excepción del teatro o del cine, que serían también creaciones de ficción) lo suele hacer desde su disimulo, desde la hipocresía, aunque veamos una expresión del todo normal, sin aditivos ni máscaras. (Por ejemplo, la mano y la sonrisa que te da un vendedor de coches usados. La sonrisa de un cartel electoral) De hecho la máscara ayuda a decir la verdad porque salvaguarda el anonimato. El lenguaje corporal es muy muy controlable. Que se lo digan a Rajoy, que ya ha aprendido a no poner la mano en forma de piña invertida cuando habla.

¡salud Carlos!

Jesús Garrido dijo...

excelente, aunque poco visible esté ahí el occipucio

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Jesus, entre tu y Ataulfa me llevais de culo en Google. Te aseguro que en Caixa Forum, que es donde ahora se expone la calavera de Pinocho, se puede ver perfectamente su occipucio (joder con el palabro). Además, la iluminicación es excelente, por lo que la nuca del difunto se ve doradada entre tonos cobrizos. Si recalas en BCN no te la pierdas. Es lo mejor de esa exposición, por mucha fama que tenga el elefante invertido o el autorretrato que recuerda a un gorila (que es inquietante, por cierto...muy bueno también)

¡Salud Jesus Garrido!

Anónimo dijo...

Espero que no lleves un parche de pirata en el ojo.L.

NENA dijo...

Aparentar tiene más letras que ser (Karl Kraus)
No eres tu de aparentar, sinó de ser...
Desde el primer día que entré en el blog me dije, al ver la foto...: "éste es el que dio a Ariadna el cartón de "cómeme el coco negro".(aún lo guarda en un lugar privilegiado de su cuarto)

Un abrazo,

NENA

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Parche y aro de oro en la nariz, por su puesto

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ahora sí que me dasarmas Nena. Dale muchos besos a Ariadna. ¡vaya nombre bonito que le pusisteis!
¡ Y Abrazos a la Tararot Family!
¡Salud!

Elena dijo...

Impresioná me he quedao con el análisis forense. A ver hasta qué parte de la anatomía llegas!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Pues a estas alturas estoy llegando al final del estudio anatómico-forense. Efectivamente:el final. mío, tuyo... el de todo quisque...

¡Salud y bienvenida!